La Costa Brava en Girona, se extiende desde Blanes hasta Portbou, en el límite con la frontera francesa. Con más de 200 kilómetros de litoral, es un mosaico único de calitas escondidas, pueblos pescadores, acantilados y tradición mediterránea.
El nombre de Costa Brava fue bautizado en 1908 por el periodista Ferran Agulló, que describió este litoral como un lugar abrupto y salvaje, lleno de belleza natural y carácter propio.
A lo largo de los siglos, la costa ha sido testigo de civilizaciones ibéricas, griegas y romanas. Los restos de Empúries, por ejemplo, recuerdan la llegada de los griegos y romanos, que le dejaron un legado cultural y comercial muy importante.
Durante la edad media, los pueblos amurallados como Tossa de Mar o Pals mostraban la necesidad de defenderse de piratas e invasores. Más adelante, la pesca y el comercio marcaron el carácter marinero de la zona.
En el siglo XX, con la llegada de los primeros artistas y viajeros, entre ellos Salvador Dalí, enamorado de Cadaqués y Portlligat, la zona se consolidó como destino turístico y cultural de primer orden.
La Costa Brava es sinónimo de contrastes; desde las amplias playas como Empuries hasta las calas escondidas de Begur o Palafrugell. El Parque Natural del Cap de Creus ofrece un paisaje agreste y único en todo el Mediterráneo, mientras que los Aiguamolls de l’Empordà son un paraíso para los amantes de la naturaleza y la ornitología.
Los pueblos conservan todavía hoy su esencia. Cadaqués es uno de los más icónicos, con sus casas blancas y la luz que inspiró a Dalí. Tossa de Mar destaca por su casco antiguo amurallada, y pueblos de interior como Peratallada o Monells transportan al visitante a la época medieval.
La Costa Brava en Girona también es reconocida por su cocina de mar y montaña. Desde los suquets de pescado hasta el arroz caldoso, pasando por la cocina de vanguardia que revolucionó el mundo con El Bulli de Ferran Adrià. Festivales, mercados y tradiciones populares completan una oferta cultural vibrante durante todo el año
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